martes, enero 09, 2007

Historias de un "ser vivo"

Un día cualquiera de mediados de agosto, Antoine, vestido para la ocasión, se dispone a salir a correr a las 16'30 con su mp3- con lo que supuestamente combatiría el calor-.
Yo vi como salía: con que entusiasmo. Podía adivinar ya a lo lejos, a su paso como un destello de miradas girasoladas quedaban atrás; su indumentaria no dejó indiferente a nadie, prueba de ello fueron las múltiples reacciones y comentarios, a cual más patético. Pero a Antoine no le importaba, "esto es la felicidad, ¿no?"- se decía a sí mismo.
Serían las 16'45 cuando oí un jadeo -que al principio debo reconocer que lo identifiqué con el de un perro, pero no-. Era él, Antoine, el sufridor del mundo, levanté la vista del libro que estaba leyendo, y no vi, de la cabeza a los pies, una imagen que no dibujara un aspecto decrépito. La situación no podía ser peor.
Después de un minuto, entre jadeos y estiramientos, se detuvo, y con mirada cabizbaja me dijo: "Me siento frustrado, subiendo por un camino romano me he dado cuenta de que el aire me resecaba la garganta, y he tenido que volver."

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Mirada cristalina

Mirada cristalina