miércoles, julio 23, 2008

Ficciones anecdóticas

La parada del autobús está en Plaza del Centro esquina con Bell.lloch. Se me va a escapar. Joder me he vuelto a dejar el móvil. Soy un desastre. Cojo el metro que seguro que llego antes. Ahora vuelve atrás e intenta abrir la puerta a la primera, seguro que se atasca la llave como siempre.
-Hola. Buenos días señora Teresa.
- Hola! Buenos días. Por cierto... hace días que no te veo por la finca. El otro día vi como salías con un montón de cajas. ¿Te mudas?
- Sí. Me voy a vivir fuera de Barcelona, a Esplugas.
- Vaya... eso sí que no lo esperaba. Bueno... qué se le va a hacer! A ver ahora quien entra en el piso.
- Espero que tenga suerte con los nuevos inquilinos.
-Sí, yo también.
- Bueno señora Teresa, tengo un poco de prisa, tengo que ir al admi...
- Pues, no sabes lo que me pasó con la chica que tenía de compañía?
-¿Qué le pasó?
Miro el reloj. Vaya! ¡Qué oportuna!, son las 10'50, como no me dé prisa no llego ni queriendo...
- Estaba en la cocina preparádome algo para comer y yo en el salón viendo la tele, cuando de repente la llamaron por teléfono. No sé quien era, la verdad es que no estaba escuchando, pero por el tono que empleaba y las palabras que logré cazar llegué a la conclusión que se trataba de su marido.
- Ahá... ¿Y? (Espero que abrevie porque de lo contrario tendré que ser un poco brusca)
- Bueno, hasta ahí no me pareció raro. Pero de repente, aprovechando que yo iba al baño, se puso detrás de la puerta y empezó a contarme su historia, cómo conoció a su marido, el hospital en el que nacieron sus hijos, dónde vivía su madre...
- Vaya! (Esto sí que es una historia interesante para contar a pie de rellano) Bueno señora Te....
- Mientras yo estaba... bueno, no hace falta entrar en detalles, ¿no?
- No, no. verá señora Teresa su historia es muy interesante pero me tengo que ir.
- Cuando terminó de contarme su vida, casi increpándome, me explicó todo lo que le había dicho su  asistenta, Antonia: - "mire señora le cuento todo esto porque estoy sin blanca. Y como usted me paga una miseria y no gano como para pagar el alquiler, he pensado que nos vendremos a vivir aquí con usted. Sólo somos cuatro. Usted tiene cuatro habitaciones y nosotros estamos en un piso de 30m2. Además, piense que siempre tendría compañía, mis hijos son muy majos, un poco problemáticos pero nada significativo. Por cierto se llaman Kevin y Jenifer"-
-Yo no salía del asombro, de verdad. Fue tal el susto que me dio que el corazón empezó a latirme con una fuerza fuera de lo habitual, cada vez me iba más rápido. Advertí a la chica de la situación pero ella continuaba con sus argumentaciones, supuestamente positivas para poder quedarse ella y su familia a vivir conmigo. Ignoraba mi estado y yo cada vez tenía -más dolor en el pecho y el brazo. Le dije que me dejara salir del baño.
Fue entonces cuando me dijo:
- La dejo salir siempre y cuando acepte mis condiciones. Viviremos en su casa sin pagar alquiler a cambio de su cuidado 24 horas al día. Mis hijos podrán escoger habitación, sea cual sea. Mi marido y yo nos quedaremos en la suya, si le parece. Usted es sólo una y nosotros somos dos, es lo justo, ¿no?-
De repente sonó el timbré, ella abrió la puerta, eran sus hijos y marido. Por el ruido deduje que llevaban muebles, bolsas, equipajes y había otra persona que les pidió que firmaran un documento conforme la mudanza había finalizado.
Mi dolor entretanto iba creciendo como la espuma, pero Antonia seguía sin hacer caso de mis quejas.
Dado mi estado de desesperación le dije que no se preocupara, que aceptaba todas las condiciones. Ella me pasó un documento por debajo de la puerta en el que decía que yo Teresa Vilamajor Lluch aceptaba todas las condiciones de por vida y en caso de cese por mi parte del contrato debería indemnizarlos con una paga de 1200 € al mes, así como el abandono de mi domicilio.
No te imaginas la cara que se me quedo al leer eso. No podía firmar eso bajo ningún concepto. Eso significaría mi ruina.
- ¡Vaya anécdotas que tiene por contar! Parecen sacadas de un libro de papel couché. ¿Se lo ha contado al presidente? Creo que él podrá ayudarle. Si quiere la acompaño, vamos...
- No, no! Este hombre está como un cencerro, se cree que es el presidente del Gobierno. Prefiero que quede entre nosotras.
- No mujer, ya verá como se muestra comprensivo, es un buen hombre y seguro que...
- Te digo que no! Y no insistas porque no iré a contarle mis intimidades a nadie!
- Ya pero...
- No hay peros que valgan. ¿Me quieres ayudar o no?
- Mire yo la ayudaría encantada si no fuera porque...
- Pues no se hable más. Ahora iremos las dos para echarlos.
- O sea que finalmente usted cedió?
- ¡No, no! Cuando ya por fin saqué la cabeza por la ventana del baño y me puse a chillar, Antonia me dijo que me lo dejaba pensar. Yo continuaba chillando:- ¡Socorro! ¡Me quieren secuestrar!- Antonia, asustada me dijo que me dejaba salir si me callaba. Así que abrió la puerta y corrí hasta la puerta a empujones. Tuve que utilizar el bastón para apartarla de mi camino. Salí disparada. El dolor del pecho iba en aumento y al salir a la calle, del mismo dolor caí desplomada en el suelo y ya me desperté en el hospital.
La cuestión es que cuando ya me dieron el alta, volví a casa pero ya no podía entrar. habían cambiado el cerrojo. Y desde entonces estoy en el rellano.
-¿Ha llamado a la policía? Ellos podrían ayudarla.
- Sí, pero como están con servicios mínimos por la huelga, me dicen que no tienen coches patrulla para desplazarse.
- ¿Me deja su juego de llaves?
- ¿Para qué? ¿Te crees más lista que yo? Mmm...
- ¡No resople y déjeme el maldito juego de llaves!
- ¡Vale, vale!
-(Como abra la maldita puerta, acabo con ella. Ya no llego ni de broma, son las 11'30. Ahora tendré que llamar y decirles que el lunes me acercaré.) Oiga! Esta llave abre la puerta de su casa.
- No puede ser! Ayer no entraba.
- Pues está claro que o se equivocó de llave o no la metió correctamente.
- ¿Me tomas por una vieja chocha?
- No, no. No la tomo por nada, sólo digo que la llave entra. ¡Me tiene un poco harta con tantas desconsideraciones por su parte!
- Disculpe es que estoy algo nerviosa.
- Oiga, aquí no hay nadie! ¿Me estaba tomando el pelo o qué?
- ¿Quieres tomar un café ya que estás aquí?
- ¿Está usted loca? Bueno...
- ¿Con azúcar o sacarina?
- Sólo.

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Mirada cristalina

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