martes, abril 22, 2008

Te quiero más que a mi vida



Perecedera

Resistencia abrupta al descanso.
Enseñas los dientes a lo desconocido.

¿Qué te retiene?
¿A caso es el amor?
Prefiero mil veces saber que no,
Prefiero tenerte conmigo etérea
Que sin mí en vida.

Y te digo: -desiste.
Tu lugar estará entre nosotros siempre.
En nuestra mente,
en nuestros corazones.
Abandona la partida,
ya hay otros que te esperan.
Tus ansias por luchar entre la vida y la muerte…
Parte ya hacia el ocaso.

La fuerza de un roble
La testarudez de siempre,
Tan obstinada. Como yo.

No tengas miedo
Nos acompañarás allí donde estés
Y nos protegerás allí donde vayamos.
Ya lo sé… el miedo te hace demente.
Estás aquí y aún te resistes a partir
Rumbo al limbo, a la vida eterna.

Y aún con dolor, con apneas y debilitaciones crecientes.
Permaneces a nuestro lado.
Y sientes que no te dejan ir.
Una mano te agarra con fuerza
A la par que otra te llama con serenidad
Y te dice: -ven.
Y tú te callas.
-Ven.
Y tú te resistes a abandonar este gran juego, el de la vida.
Ese juego, que tu nos has enseñado tan bien.

Tu última exhalación
Tu último suspiro
Tu adiós definitivo vino en buena hora
Llegó a la hora del fin de tu agonía
Y al principio de nuestra añoranza.
Hasta el último latido has estrechado nuestros lazos.

Desde este espacio tan terrenal
En el que ya no estás presente en cuerpo, sí en espíritu.
Nos dejas impregnada tu presencia
No la del dolor.
No la de la agonía.
La del amor.

Tu amor a la vida
y con los que lo has compartido.
Estas es nuestra herencia.
Gracias por habernos otorgado el placer de conocerte.

A mi abuela con la que compartí grandes momentos de alegría y me enseñó a amar y a ser persona.


Caracola de Mar

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