jueves, diciembre 07, 2006

ESBOZO DE UNA DESNUDEZ

Mujer. 15 años. Insegura de sí misma. Buscando: la felicidad
Como el mar sonaba tu nombre, Ona. Lejos pero calando todos y cada uno de mis huesos. Nos conocimos en el colegio. ¿Lo recuerdas? Yo era mayor que tú en edad, pero tu madurez me apubulló desde el primer instante en que sentí tu presencia.
Elena y tú, tú y Elena. Y yo... en la otra punta de aquel minúsculo espacio, con las demás, tan vulgares... Te miraba a lo lejos, de reojo, para no desviar tu mirada ni el foco de atención del resto: tú.
Jamás un nombre había sido tan bien escogido como el tuyo; la fuerza que arrastra tu nombre, como tú, como un temporal, que del mismo modo que viene, se va: vaivén de ti, Ona.
Una fuerza increíblemente abrumadora que arrancó una parte de mi ser más íntimo para dejarlo flotando con el resto de vísceras. Así. Fácil. Simple. Destructora.
Me arrancaron de ti, me rasgaron la ropa para dejarme desnuda, sin ti, sin nada; sola conmigo misma y a mis pies el vestido irreparable. Condenada a andar desnuda para el resto de mis días.
Lolita. Ese es tu segundo nombre. Lo sé.

No hay comentarios:

Mirada cristalina

Mirada cristalina