domingo, abril 07, 2013

Ocupando un ser

Reducir mi malestar a la simple tristeza sería tan terrible como referirse a un sunami como a un hecho puntual y localizado. Claro... el sunami és la clara imagen ondeante de mis constantes altibajos que se van terciando cada "X" tiempo, capaz de devastar todo mi mundo interior. Estoy loca, porque las voces son las que mandan? Por qué nunca hablo por mí? No soporto el no poder mantener una idea más de 24horas seguidas, me doy cuenta, pero nadie quiere enterarse. Estoy loca por oír voces? Estoy loca por sentir cosas extrasensoriales, ver cosas? Estoy loca por gritar y no saber porqué? Estoy loca por sentir miedo del metro o cualquier espacio cerrado. Lr son las voces... me dicen lo que tengo que hacer, me dicen cómo tengo que comportarme... tírate a la vía, córtate la lengua con unas tijeras,córtate (eso es lo que más), tómate esto o aquello. Soy una inútil, ni trabajo ni ayudo a nada, encima sólo hago que preocupar a mi familia. Y después están mis hijo, qué vergüenza siento... me da mucho miedo que me vean así y que me odien por no poder ayudarles. Siento que estoy sola y que nadie me va a salvar de esta mierda de mundo, yo aquí no tengo ningún lugar ni espacio, mi vida no tiene sentido.

sábado, abril 06, 2013

Parece que fue ayer cuando giré página, cuando empecé a escribir sobre blanco. Cuando todo parecía que tenía que salir bien. Empezar de cero, una nueva vida. En este plan maquiavélico determinadas actitudes o comportamientos ya no tenían lugar. No culpo a nadie, más que a mí. A mi obstinación se lo debo todo, gracias a ella soy lo que soy y tengo lo que tengo. Pero nadie me detuvo porque estaba desatada, airada, colérica y cabreada con el mundo. Yo me levanté un día y me creí la abanderada de no sé qué... Y me lo creí tanto que pasó. Aquí podríamos aplicar la teoría positivista que circula por la red, aquella que dice que si crees que algo puede suceder y pones todos tus esfuerzos en ello, al final sucede. Y aquí estoy, cinco años más tarde, con todos mis deseos delirantes cumplidos. Pero ahora me parece que el tiempo se hubiera detenido. Todo parece estar en el mismo sitio que como lo dejé. Pero no. Muchas cosas que dejé allí se las ha llevado las mil y una tormentas que hemos ido pasando, muertes, nacimientos, cambios de trabajo, de residencia, y un sinfín de locuras a las que he arrastrado a todos los que me acompañaban en ese camino. He dejado la zona devastada, como un siroco me dijeron una vez... Creo que nadie ha sido más certero y concreto definiéndome. 
Este lastre arrojadizo cobra vida en mí, me golpea el pecho y entona el mea culpa. Ay qué discurso tan bonito... Pobrecita... ya no sabe a dónde ir, se está volviendo loca de remate y ahora necesita que le demos mucho cariño... Qué asco das! Y cuán patética puedes llegar a ser? Seguro que no has llegado a ese límite del que hablas. No estás tan desesperada como dice estar, estás así porque te gusta el dolor, el sufrimiento, porque te encanta refugiarte en ti misma, en tu mar de pensamientos, ese mar que tanto te gusta, que anhelas y que a la vez temes. Prefieres tu oscuridad, el mar profundo, sin fondo, sin fin. Tienes justo lo que te mereces, ni más ni menos. Porque en el fondo te va lo duro. Tu dependencia emocional no te deja mover, ni siquiera respirar, no podrás salir de ahí, porque además ahora te has añadido dos cargas más, a las que nunca podrás renunciar. Además de dependiente eres una mala madre, la peor. Peor que la tuya propia a la siempre trataste de perdonar, pero no pudiste por tu rencor, como alquitrán€. Eres imbécil! Te creías muy lista y muy segura de ti misma, no? Y ahora qué? Ya no hay vuelta atrás. Estaré aquí para recordártelo hasta el fin de tus días. ¿Y ahora quién soy? Te preguntas. ¿Qué te gusta? ¿Quién habla? ¿Qué quieres? ¿Qué deseas hacer? Eres insaciable, he venido de las profundidades del mar para llevarte conmigo y hasta que no lo consiga no pararé. No conseguirás sacarme de tu cabeza y te voy a perseguir hasta conseguir lo que quiero. Quiero que repiquetee esto en tu cabecita: "no pararé."

jueves, marzo 29, 2012

Sentir


Pues sentir, sentir... no sé exactamente que es lo que siento. A veces me da miedo pensar que estoy vacía y que no hay nada que me despierte. Soy como un ser inerte. Sólo siento miedo, mucho miedo de todo: la muerta, la mía propia y la de mi familia. Miedo a la enfermedad, al dolor por mis hijos, mi mujer. Miedo a las pérdidas, miedo a estar sola, miedo al inmovilismo.
Y siento rabia, hacia mí, por ser una cobarde, por tener miedo a tomar decisiones, no quiero que estas sean precipitadas y por eso callo. No me pronuncio por no molestar, intento estar al margen de todo y que si, por lo que sea, pasa una ola gigante que se lleva todo por delante, no me toque, ni me afecte.
Me siento pequeña, pequeña como un caracol, siempre inmersa en mi mundo, mis pensamientos y mis devaneos. Siempre ausente, siempre triste. Mi hijo me pregunta: mama, ¿estás contenta? No sé bien lo que quiere decir ni la prenguta ni a lo que se refiere. Pero le engaño.
Siempre engañando a todo el mundo. ¿Estás contenta? Es una pregunta que repiquetea como un martillo en mi cabeza. Nunca seré feliz.No sé si anhelo lo imposible, no sé lo que anhelo.
Y aunque soy pequeña e intento no llevármelo todo por delante, al final siempre termino fastidiándolo todo. No hay lugar para mí aquí. Pero soy una cobarde incapaz de vencer mis miedos. Y entonces finjo. ¿Qué tal? ¿Cómo estás? Con entusiasmo contesto que bien, genial, disfrutando de una excedencia por maternidad. Adoro a mi hija, pero mi incapacidad por satisfacer sus necesidades menos primarias me acobardan. No quiero que crezcan pensando que tienen una madre enferma. No quiero que lloren ni sufran por mí. Yo he visto a mi hijo hacerlo y eso duele infinitamente más que el dolor propio.
Amo a mi mujer? Eso es algo que me pregunto muchas veces. ¿Qué es amar? No estoy seguro de saberlo, no sé si es lo que siento. Mi problema de dependencia me impide discernirlo. La quiero tanto que me duele, y de nuevo tengo miedo, a perderla.
Hace meses que no puedo llorar, siento una rabia que solo puedo expresar mediante el grito, en ocasiones desbordantes y muy puntuales. No lloro y quiero hacerlo, lo necesito.

jueves, agosto 25, 2011

A traición

Me siento como si estuviera traicionándome, a mí y a mi pareja. Llego aquí desde el exilio, desde el abandono de mí misma al mundo exterior. Llevo más de dos años así, abandonada. Me ha pasado de todo. Me he casado, he tenido un hijo, lo he celebrado. He perdido otro. Y he tenido otro.
Mi hija Olivia es perfecta, nació el mismo día que yo. Así de caprichoso es el destino, porque había muchos días, pero no... escogió precisamente el mismo. Supongo que será por algo. No lo dudo. En casa, con todo nuestro amor la recibimos.
No sabíamos que nombre debíamos ponerle, pero finalmente buscando leí: Olivia, la que trae la paz. Y pensé, es justo lo que necesitamos. Paz, mucha paz. Preciosa.
Si escribo me traiciono. Seguro que doy pie a mi mente a seguir creando y no quiero. No quiero que esto se convierta en un verterdero precipitoso.

viernes, junio 18, 2010

la verdad os hará libres

La verdad os hará libres. He estado pensando una y otra vez en esta frase, que al parecer pertenece al Evangelio -y yo sin saberlo-.
Hace tres días estuve viendo un programa en el que entrevistaban a Ernest Maragall (conseller d'educació), el presentador le planteó qué opinaba sobre la nueva ley aprobada por el parlamento europeo, en la que se dictamina la obligatoriedad de dar visibilidad de los gays, lesbianas, transexuales y bisexuales en una sociedad que se caracteriza principalmente por la diversidad.
Inesperada y agradable sopresa la que me he llevado ante la respuesta del entrevistado, quien ha afirmado que ocultar la existencia de este colectivo es dar rienda suelta a la imaginación de los ciudadanos ignorantes, en su mayoría, de dicha realidad.
El entrevistador, por el que siento una apatía bastante notoria, ha insistido en su necesidad de seguir ocultándolo ante la inminente avalancha de quejas y abucheos que se le vendrán encima.
Dejemos en el aire las palabras de este individuo, el lema es... no hagas ruido porque despertarás a los niños? No te agites y pasarás desapercibido??? No sé bien como interpretar esto. Intento buscar el lado positivo a estas palabras pero... no lo encuentro. La única frase que me viene a la cabeza es "la verdad os hará libres".
Más que la verdad, pues es un término demasiado laxo y podríamos discutir ampliamente sobre tal concepto, diría el conocimiento, el saber.
No hay ser más libre que aquel que tiene opción de escoger. Poder elegir a tus amigos, tu colegio, tu vivienda, tu vida entera en definitiva nos haría más libres, ¿no? ¿Cómo lo llamarías si no pudieras a hacer nada de todo esto y te lo impusieran todo por decreto? A mí me suena a dictadura, absolutismo, cada vez me resulta más familiar, pero esto es otro tema.
Quizás algunas de estas cosas no las podamos escoger del todo, no lo hagamos más complicado.
Dejar fluir los pensamientos, escuchar y compartir ideas nos da la libertad.

jueves, diciembre 11, 2008

De caracola a canguro

Hace por lo menos dos meses que no hago acto de presencia por este blog. Me duele entrar aquí, me duele leerlo.
Abandono definitavemEnte el blog, estoy demasiado ocupada con otras cuestiones.
Estoy embarazada: muy contenta y muy asustada. Desde mi egoismo, mi niña interior me dice que tendré que despedirme de una etapa de mi vida. En realidad ya lo he hecho.
Ahora sólo queda esperar el niño o la niña. Todavía falta mucho... pero me da la sensación que ya está aquí casi. Eso es porque tengo mucho miedo supongo. De momento, me despido. No sé si volveré a acceder aquí. Quizás pasa a ser un blog fantasma.

miércoles, agosto 20, 2008

Me pregunto una y otra vez hasta cuando durará este suplicio, este esperar a que todo termine. Esta incesante insatisfacción intrínseca que me lleva a una sed de algo que ni yo misma sé reconocer.
Supongo que la sed sólo se puede apagar bebiendo. O quizás es mejor morir deshidratada.
Me odio por ser incapaz de discernir el capricho de mis verdaderos anhelos de amor.
Me odio por no haber sido capaz en todo este tiempo de mantenerme con firmeza, aún a sabiendas que hay tentaciones a las que uno ha de renunciar.
Me odio por ser tan dañina, tan perjudicial para la salud emocional de aquellos seres que me importan.
Me odio por ser tan superficial, por haber valorado más la pasión que el amor verdadero.
Ahora que soy capaz de echar la vista atrás, de ver las cosas con cierta nitidez, no dejaré pasar la oportunidad de demostrar a los seres que más me quieren y me han querido que puedo ser recíproca y complacerles como ellos lo han hecho conmigo.
Sé que muchas de las cosas que he vivido se han dado por mi circunstancia vital, sin ser distinta a la de otro ser mundano en las mismas circunstancias.
Sé que el día que sea madre todo cambiará, me asusta el hecho de no ser tan buena como lo ha sido la mía, pero sé que haré todo lo posible por serlo. Por lo menos intentarlo para que no me lo puedan reprochar jamás.
Sé que debería medir mis acciones y no provocar tantas catástrofes, intentar se coherente con mis actos y pensamientos para que así todo tenga sentido.
No creo en el Dios de la Iglesia Católica, ni en el Evangélico, ni en cualquiera de los otros que lo consideran como un ser supremo castigador, siempre altivo y enfadado, sino en el que yace en mi interior y es capaz de darme las fuerzas necesarias para luchar día tras día. El que me da la paz y la tranquilidad suficiente para dejarme ver que soy capaz de superar todos los obstáculos que encuentro en mi vida.
Las pérdidas son horribles.
Perder a un ser querido que ha fallecido tras un longeva vida es doloroso. Pero perder a alguien que sabes que todavía habita en este mundo y que no puede compartir contigo su felicidad porque existen muros infranqueables, es frustrante y por ende mortal.
Hay muchas pérdidas que podrían resultar subsanables, podrían solucionarse sino fuera por el evidente egocentrismo del ser humano.
He perdido uno de los seres más queridos de mi vida, un lugar inhabitable por nadie más. Pero que permanece lleno de buenos recuerdos porque a fecha de hoy no siento dolor sino regocijo por saber que ahora será más feliz que hace unos meses.
Mi madre, ser incomprensible para mí, y yo para ella. Quisiera poder alcanzar sus pensamientos y acercarla al camino de la verdad para que así fuera más feliz pero no sé cómo, no sé como alcanzar ese estado de excentricismo que la inhibe de la realidad espiritual, de su fuerza interior. Me da pena y sobre todo me causa dolor verla así.
Mi hermana, tan joven y madura a la vez. Niña de mis ojos. Se ha alejado de tal modo que también resulta inalcanzable para mí. Me reconforta saber que está tan seguro de sus planes, sus ideas, sus convicciones. La envidio (de forma sana) por ser tan consecuente. La quiero con toda mi alma pero ella insiste en alejarse de nuestras vidas, de nuestra compañía. Y culpa a los demás de una dependencia inexistente, sobre todo a mí, aunque luego intente convencerme de que siente envidia de mí por ser así. No creo que realmente la sienta.
Guardo la esperanza de que algún día se convierta en un ser menos distante y más afectuoso y que entienda que la familia es lo primero y que nadie le va a prestar tanto apoyo como nosotros.
Ahora tendré que dejar pasar los años, ignorar su existencia para con ella y limitarme a preguntar a mí madre que se sabe sobre ella. Es triste pero es así, no puedo hacer más.
Mi hermano me resulta un ser completamente desconocido, con muchas cosas parecidas a las de mi madre, la bondad y docilidad de él. Con todo es un ser muy egoísta pero con mucho amor para sus seres queridos.

Con todo, a pesar de las evidentes ambivalencias planteadas, no quisiera perder a ninguno de ellos porque son parte de mí. Parte de mi vida que no podría ocupar nadie más. Los adoro a los tres.
Creo que tengo un problema, realmente los veo tan distintos a todos y con caracteres tan diferentes, que me resulta imposible acercarme a ellos. ¿Por qué soy tan sumamente quisquillosa? ¿Y por qué me siento tan incapaz de acercarme a ellos si son mi familia?
Sí, tengo un problema y grave además.

Todo lo que está relacionado con mis sentimientos, mi modo de conocer a las personas, de permanecer en sus vidas, lo que yo espero de ellas etc., resulta bastante distinto al del resto de los humanos. No soy como los demás, quisiera ser como ellos para así poder relacionarme de manera adecuada. Soy un caso social fuera de serie. Me doy lástima a mí misma, hecho que resulta perturbadoramente penoso.
Porque no soy capaz de afrontar mis miedos, porque temo tanto la locura, si ésta no existe como tal.


Mirada cristalina

Mirada cristalina